sábado, 21 de marzo de 2009

Cuando caigas quiero estar,
no te voy a levantar,
para mirarte... no me voy a reir
para contagiarte de mis ganas de volar
aunque me empujes, aunque no creas
que las ganas se contagian.
el respeto a la depresión
a las tristezas que buscas en la soledad
no es menos por compartir
una caricia, una lagrima,
una sonrisa de limón.

Al caer hay quien busca
meditar, hundirse en la oscuridad
y mirar el ombligo, hermoso centro
salido de un prolijo nudito
que algún extraño nos hizo
con mucho cuidado,
como si un lindo pupo
compensara el habernos
separado de un tijeretazo
de nuestra cálida vida anterior.

Otros habiendo aceptado
que por hondo que miremos
el misterio de un nudo,
que se convirtio en huequito
que ahora junta pelusa,
no se nos va a ser revelado,
prefieren no sentarse a pensar
y salir a mirar.

Aunque esta segunda condición
no niega la primera
encuentra su propia alquimia
en sobreponerse y acariciar,
en salir a mirar que hay muchos
pupos dando vueltas
y algunos quieren bailar pegaditos
al nuestro...
como si las historias
por ahí se nos fueran a escapar.

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